Miscellanea

diciembre 30, 2009

Noticia relevante para los que, en el fondo de nuestra alma, sabemos que debimos haber nacido en otro planeta: I (conocido en estas páginas por ser progenitor de α y compartir progenitores con Yvi) y sus audaces compañeros han lanzado el primer número de Sci·Fdi, una revista libre de ciencia ficción. Los bicharracos que pululamos por el submundo de estas páginas les deseamos un viaje plagado de aventuras, largo e interesante!

Más cosas… Ya tengo bastantes imágenes interesantes para el concurso de arte erótico para toda la familia. Aún esperaré un poco más para reunir a los jueces y que den el veredicto final.


Nación

diciembre 14, 2009

En el principio, era el terruño.

Sí, había reyes, pero normalmente no molestaban demasiado. Molestaba mucho más el señor feudal local. Sí, el rey de Castilla era a la vez rey de Aragón, Cataluña, Valencia, Granada, Navarra, las dos Sicilias, el Milanesado, Flandes y había posesiones a su nombre en ultramar, pero digamos que afectaba de poco a nada a la vida cotidiana. De uvas a peras, alguna guerra obligaba a hacer una leva entre el campesinado, pero era un evento infrecuente por las revueltas que provocaba.

Hasta que un día… llegó la Revolución. La francesa, quiero decir. En 1792, Austria y Prusia intentaron una invasión de Francia, que se salvó in extremis en Valmy con… (y esto es una novedad importante) un ejército plagado de voluntarios. Pero eso no fue suficiente. La coalición no había sido derrotada, sino que España, Inglaterra y Holanda se sumaron a ella. La Convención se encontró frente al mayor ejército que había visto Europa y respondió de una manera original, que cambió el curso de la historia más que la declaración ésa sobre los derechos de no-sé-quién… Impusieron una leva obligatoria. Todos los solteros sanos entre 18 y 25 años fueron reclutados, y se montó un ejército de millón y medio de personas. Se apeló al patriotismo de los franceses. Inventaron Francia.

Desde entonces, los reyes necesitaron la colaboración activa de los ciudadanos como soldados. Por supuesto, siempre hubo deserciones y revueltas, que había que minimizar. ¿Cómo? Creando sentimientos de lealtad hacia el estado. Pero el estado es algo frío, es un colectivo de señores que ostentan el monopolio de la violencia en un territorio. Se necesita algo que llegue más al corazón: el concepto de nación. Nace el Romanticismo.

El Romanticismo inventa Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, España… Revive la Edad Media en busca de mitos apropiados. Inventa historias hermosas que justifican la unión de un pueblo bajo una corona: Arturo, Carlomagno, don Pelayo (sí, hay categorías). A lo largo del siglo XIX, las coronas pierden peso, las burguesías lo ganan, pero las burguesías están a gusto con el concepto de estado-nación. Se lo apropian.

Pero a este juego pueden jugar todos… sirve a las grandes potencias para convencer a sus súbditos de que se dejen matar por una bandera. Pero también sirve a algunos súbditos para inventar justificaciones para la secesión. Así, se inventa también Hungría, Escocia, Cataluña, Irlanda, Euskadi. Las burguesías periféricas luchan con las burgesías centrales por los privilegios políticos… Sacuden a su población contra el centro, invocando a sus sentimientos.

Flag

Veamos… ¿qué tienen que ver los sentimientos con el estado? Si es cierto, a día de hoy, que es inevitable tener estado, ¿por qué son importantes los sentimientos de pertenencia a una nación? Una nación no se define por la lengua (la India tiene 23 oficiales y nadie le discute el estatus), ni por la religión (en Alemania la mitad de la población cristiana es protestante, la otra mitad católica), ni por la etnia (¿dividimos Estados Unidos?), las naciones son inventos, todos ellos con menos de tres siglos de antigüedad. Cuando los ingleses se fueron de la India, consiguieron separar Pakistán mediante el nacionalismo religioso. Pero los intentos de fraccionarla más allá mediante el nacionalismo lingüístico o étnico fracasaron por un buen motivo: los indios sabían que separados se les comerían. Si tenían alguna opción de salir adelante, era unidos.

El nacionalismo es la idea que sostiene que el mundo se divide de manera natural en naciones, y que el sentimiento primario de pertenencia debería ser a dicha nación. Ahora que los ejércitos de leva están desapareciendo, ¿cuál es el motivo de su permanencia? Fácil: es el argumento, el único argumento que permite a la derecha ganar elecciones. Hay dos tipos de derecha: la liberal y la conservadora. El liberalismo es una doctrina económica con el mismo encanto popular que una patada en los riñones. El conservadurismo, en cambio, puede ganar elecciones, y el nacionalismo es su piedra angular.

Michael Billig ha acuñado el término nacionalismo banal para englobar todas esas actividades que nos hacen creer, sin cuestionarnos, la tesis del nacionalismo. Por ejemplo, los mundiales de fútbol, las banderitas para señalar los idiomas en los ingredientes de un paquete de galletas, la división de las noticias en «nacionales» y «extranjeras», etc. En USA tienen el juramento de lealtad a la bandera, que repiten los niños todas las mañanas. ¿No resulta increíble?

El mundo no se divide en naciones. Un estado no tiene por qué coincidir con una nación. Un estado no tiene por qué tener ciudadanos homogéneos en ningún sentido. La decisión de si Cataluña se debe separar o no del estado español debería ser racional y no sentimental. ¿Estarán (estaremos) mejor juntos o separados? Decir que en el marco de la Unión Europea no tiene sentido ya hablar de estados separados es no entender cómo funciona la Unión Europea. Sí es un club de estados, no de naciones; no es un estado, y menos aún una nación. Aún importa la cara que se da al exterior, y quizás nos convenga darla unidos. O quizás no.

En cualquier caso, las luchas nacionalistas convienen a las burguesías, tanto central como periférica. Los votos de CiU, PNV y PP provienen de esta falsa tensión, que han provocado ellos. Ellos provocan el problema, ellos lo resuelven. Como la Iglesia con el miedo a la muerte, pero eso es otro problema que será tratado en otro lugar…

No recuerdo quién dijo: «Sólo se deben alzar las banderas cuando están prohibidas». Yo añado: ni entonces. Al menos, no las banderas de estados ni de naciones.

(Gracias a Arturo)


En sólo cuatro días…

diciembre 8, 2009

He visto cosas que vosotros los humanos no podríais creer… He cabalgado sobre un Fuyur de alquiler. He encontrado mensajes secretos en la techambre de una catedral perdida. He visitado a los dragones ocultos del mar. He visto la tormenta sinusoidal sobre el desierto y he escapado del pantano de la desesperación. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir…

¿A que mola?

Pero os traigo algo aún mejor:

«The best thing for being sad,» replied Merlyn, beginning to puff and blow, «is to learn something. That is the only thing that never fails. You may grow old and trembling in your anatomies, you may lie awake at night listening to the disorder of your veins, you may miss your only love, you may see the world about you devastated by evil lunatics, or know your honour trampled in the sewers of baser minds. There is only one thing for it then—to learn. Learn why the world wags and what wags it. That is the only thing which the mind can never exhaust, never alienate, never be tortured by, never fear or distrust, and never dream of regretting. Learning is the thing for you. Look at what a lot of things there are to learn —pure science, the only purity there is. You can learn astronomy in a lifetime, natural history in three, literature in six. And then, after you have exhausted a milliard lifetimes in biology and medicine and theocriticism and geography and history and economics, why, you can start to make a cartwheel out of the appropriate wood, or spend fifty years learning to begin to learn to beat your adversary at fencing. After that you can start again on mathematics, until it is time to learn to plough.»

T.H.White, The once and future king.

En mi traducción, quedaría así:

«Lo mejor cuando estás triste», replicó Merlín, comenzando a expulsar el humo, «es aprender algo. Es lo único que nunca falla. Puedes envejecer y sentir tus huesos temblorosos, puedes permanecer la noche despierto escuchando el desorden en tus venas, puedes echar de menos a tu único amor, puedes ver cómo el mundo en torno a ti es devastado por locos malvados, o cómo tu honor es pisoteado en las cloacas por mentes abyectas. Hay una única cosas que hacer entonces, aprender. Aprender por qué el mundo se mueve, y qué es lo que lo mueve. Es la única cosa que la mente no puede jamás agotar o alienar, que jamás la torturará, a la que jamás temerá, de la que jamás desconfiará ni jamás soñará con arrepentirse. Aprender es lo que te conviene. Mira cuántas cosas hay por aprender, la ciencia pura, la única pureza que existe. Puedes aprender astronomía en el espacio de una vida, historia natural en tres, literatura en seis. Y entonces, tras haber agotado un millón de vidas en la biología y la medicina y el teocriticismo y la geografía y la historia y la economía, eh, entonces puedes aprender a hacer una rueda de carro de la madera apropiada, o pasar cincuenta años aprendiendo a batir a tu enemigo en esgrima. Tras lo cual puedes volver a las matemáticas, hasta que sea el tiempo de aprender a arar…»