El sueño de ella…

Aparqué el coche entre dos inmensos BMW, se le veía tan minúsculo… Antes de salir miré hacia el asiento trasero para cobrar fuerzas. Apuntes tirados, dos libros de historia, el forro polar que te dejaste el otro día, la sillita de Sandra y su pléyade de juguetes… No sé, Sergio, mi mundo de ahora. Y mi mundo de antes estaba justo ahí fuera. Así que salí, reafirmé mis tetitas y para dentro.

Ya te figuras. El inevitable silencio incómodo, los dos besos de Juan, los dos besos de Marisol, Coca-Cola, por favor, que tengo que conducir. Todas las miradas fingiendo no verme, pero todas estudiando mis gestos. Muchos saludos, entre los meramente corteses y los demasiado entusiastas. Y las caras nuevas  buscando que alguien les confirmara que sí, que sí, que era yo, la ex de Juan.

Cuando se pasó el revuelo inicial se me acercó Rita, mi ex-cuñada. Tras ella vino Marisol en persona. Como mujeres creían tener la obligación de entretenerme. Yo sonreí contenta de haber perdido de vista esas convenciones. Juan era el centro de un grupo exclusivamente masculino, lleno de humo de puros y de palmaditas en la espalda.

Así comenzó esa etapa en la que las mujeres hablan de lo desastres que son sus respectivos novios o maridos. En la manera de vestir, el desorden de la casa cuando ellas no están, y Rita bromeaba sobre lo aburrida que se estaba poniendo su vida sexual. Yo me mantuve callada un buen rato. Hasta que Marisol cometió el tremendo error de mirarme con cara de pena… Unos minutos después comenzó el interrogatorio.

— Magda, querida –dijo Rita–, ¿cómo os va a Sergio y a ti?

— Oh, bien, genial, aunque la vida con Sergio es difícil de explicar. Cada día es una sorpresa, siempre hay algo nuevo y diferente, excitante. Cosas que jamás supuse que haría.

— ¿Como qué? –Rita era la que preguntaba, aunque los ojos de Marisol se morían de curiosidad.

— Ufff… chicas, chicas, os digo que es difícil. Viajar juntos, hacer cosas juntos, no sé. Bueno, os pondré un ejemplo, ya que estamos en confianza, pero por favor que no salga de aquí, ¿eh? Os va a ser difícil imaginarme en esta situación…

«Sergio tiene un amigo al que no ve con mucha frecuencia, pero al que quiere mucho. Es primer violín en una orquesta… no os digo en cuál, sería dar demasiada información. Es un chico tremendamente ambiguo en todos los sentidos, nunca sabes si va o si viene, si le gustan los caracoles o las almejas. Hace afirmaciones tremendas, de las que luego se desdice, para al fin desdecirse de su desdecimiento. Bueno, el caso es que nos invitó a los dos a cenar. Cocinamos los tres, fue divertidísimo. Pero, chicas, algo raro pasaba. Cada vez que yo decía algo lindo sobre su casa, o su manera de cocinar… él me devolvía el cumplido, pero referido siempre a mi persona. Al cabo de un rato se convirtió en un juego, y Sergio se divertía mucho con él. Tras la comida nos acurrucamos los tres en un sofá de dos piezas, nos tapamos con una manta y comenzó un jugueteo extraño…»

No sólo Rita y Marisol, sino otras chicas estaban escuchando en un silencio sepulcral. En el grupo de los varones algo se agitaba, ya sabes, lo que ocurre en una fiesta cuando te das cuenta de que la diversión está en otro lugar… Poco a poco se fueron acercando.

«Todo sucedió muy rápido y de forma inesperada. Sus manos recorrían mi cuerpo alternadamente… La manta era inmensa y ocultaba todo un mundo nuevo. Hubo un momento de confusión en el que no tenía claro a quién estaba besando, o de quién era la mano que se me había metido bajo la blusa.»

Juan se había situado detrás de mí, escuchando. No me hace falta verle para saber cuándo está. Continué.

«Me di cuenta de que era algo más que una travesura cuando sentí un tacto sobre mi pecho, sobre la piel de mi pecho, que no era de Sergio. Le conozco demasiado bien… Luego sentí que, definitivamente, eran cuatro las manos que me recorrían y, simplemente, me dejé llevar.»

Ya era todo el grupo el que me escuchaba, pero yo seguía hablando como en confidencias femeninas…

«Realmente dos son mejor que uno. Di una patada a la manta y me descubrí con un hombre a cada lado. Ambos me susurraban al oído, alternadamente, siguiendo cada uno donde el otro lo dejaba. Sus manos eran tiernas y decididas, sabían jugar. Se dedicaron íntegramente a mí, y todo les resultaba tan fácil que costaba creer que no lo hubieran ensayado. Siempre algo dulce en mis oídos, siempre calor en mi cuerpo, siempre fuertes y delicados, frescos y ágiles… Reconozco que llegué a olvidar dónde estaba. Sólo pararon cuando creyeron que me pasaba algo, tal fue la forma en que todos todos mis músculos se contrajeron…»

Todos todos los ojos estaban ya posados en mí, sin disimulo alguno. Sergio, mi vida, ¡qué momento! Y entonces fue cuando levanté la mirada y dije…

«Parece que todavía conservo mi encanto para improvisar historias…»

suenno

(mdl, yvi)

15 Responses to El sueño de ella…

  1. Alice dice:

    Ja ja ja, muy bueno, Yvi 😀
    sobre todo el final inesperado…

  2. Superwoman dice:

    Efestivamente, no has perdido tu encanto para improvisar histerias 😉
    Un supersaludo

  3. Erynus dice:

    No me creo mucho que sea improvisada 😛
    Tal vez la idea original si que sea de improviso, pero ¿cuantas veces habras borrado y retocado lo escrito para que suene como tu quieres que suene?
    Es lo bueno de escribir, nadie tiene porque saber lo que has borrado.

  4. Erynus dice:

    P.D: Tu sigue asi y te vas a la zona de links de +18 😛

  5. webjinni dice:

    Ni siquiera improvisado, mucho mejor. Se trata de un sueño real de mdl que pusimos después por escrito. Vale, algo novelado, pero la esencia es ésa… Esta chiquilla tiene un subconsciente prodigioso! 😉

  6. Beus dice:

    Los violinistas deben tener buenas manos..

  7. webjinni dice:

    Imagino que sí. Dedos fuertes y sensibles.

    Y las violinistas…

  8. Beus dice:

    Las violoncellistas más! ò_ó

    Ya me gustaría tener a mí la facilidad de improvisación que tiene la señorita Magda! =(
    Me alegra que hayas vuelto, Yvi =)

  9. webjinni dice:

    ¡Y a mí me alegra encontraros de nuevo, Madame Beus! ^_^

    (No quería mencionar directamente a las violoncellistas, por no personalizar, pero os tenía en mente, oh dignísima adoradora de Euterpe…)

  10. Erynus dice:

    ¿y de Esther Piscore?

  11. webjinni dice:

    Si Madame Beus danza, lo hace cuando ojos indiscretos no la pueden observar… N’est ce pas? ^_^

  12. Beus dice:

    Huy, huy, nos metemos en terreno privado.. =P

  13. webjinni dice:

    Jamás osaría tamaña inconsideración con una dama… vuestros logros con el violoncello con públicos y notorios, y a ellos me quiero restringir! 🙂

  14. Madam Beus dice:

    ¿Qué pasa, Yvi? ¿Quieres que te enseñe cómo
    son las manos de una cellista?
    ..
    =)

  15. webjinni dice:

    No lo puedo evitar, pero es así, la imagen de una muchacha, vestido largo y oscuro, tocando el cello, me transporta… ^_^

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